Argentina

Un país de excelentes vinos

El vino argentino nace en la época de la colonización. A partir de 1543 se introdujeron en Argentina y se extendieron en el centro, oeste y noroeste del país. En 1556 llegaron los jesuitas a Santiago del Estero e hicieron importantes plantaciones de viñedos que se relacionaban con la difusión del cristianismo porque el clero necesitaba vino para la misa. En 1853 el gobernador de Cuyo Domingo Faustino Sarmiento, contrató al agrónomo francés Michel Aimé Pouget que se encargó de reproducir las primeras cepas de variedades francesas, entre ellas el Malbec que para la mayoría de los enólogos, sommeliers y especialistas, se adaptó a esta zona mejor que en cualquier otra parte del mundo. El gran cambio empezó cuando las leyes de aguas y tierras permitieron el crecimiento de la colonización y con el aporte de los inmigrantes que conocían muy bien las técnicas de elaboración y cultivo de uvas finas comenzó una época de innovaciones enológicas.

¿Cómo eran esos vinos?

Hasta el siglo XIX, las vendimias eran tardías para producir vinos de alto grado de alcohol y al terminar la fermentación del mosto se adicionaba al “cocido”, es decir, una fracción de mosto virgen se cocinaba a fuego directo para fortalecerlos. Como el mercado de los vinos cuyanos era el litoral y Buenos Aires, el vino se trasladaba en carretas que tardaban meses en llegar y solo vinos alcohólicos y fortificados con el cocido podían tolerar la distancia, sobre todo en época estival.

El gran cambio

Después de la Primera Guerra Mundial los vinos argentinos fueron adquiriendo calidad y las cepas traídas de Francia, Italia y España dieron excelentes resultados en un suelo y clima que, sin duda, eran ideales para el cultivo de la vid. Ya para 1960, se registraba un consumo anual de 90 litros por persona al año.

La modernización

Esta etapa se caracterizó por la importación de acero inoxidable para reemplazar las piletas de hormigón, las barricas de roble y nuevas líneas de embotellado y etiquetado. En los últimos años, y a pesar de la difícil situación económica del país, la industria vitivinícola viene experimentando un desarrollo positivo en todos los aspectos tanto en el mercado interno como en el externo y desde entonces los vinos argentinos comenzaron a estar en restaurantes y vinotecas de las ciudades más importantes del mundo.